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Diego Vallarino
Profesor full time del EGADE Business School, Tec de Monterrey. Director Nacional del Master en Business Analytics del EGADE Business School. Monterrey, Mexico
28 febrero, 2025
. 7 minutos de lectura.
Febrero de 2025:
—"Papá, ¿qué sentido tiene estudiar una carrera si la inteligencia artificial va a reemplazar todos los empleos?"—pregunta Nacho, un joven de 17 años a punto de ingresar a la universidad.
Su padre, un historiador económico de la generación X, sonríe y responde:
—"Esa es una pregunta válida, hijo, pero déjame contarte sobre un hombre llamado Thomas Robert Malthus y cómo, a lo largo de la historia, hemos subestimado nuestra capacidad para adaptarnos y crecer con la tecnología".
La relación entre el crecimiento de la población, la productividad y la tecnología ha sido un tema central en el pensamiento económico desde la teoría de Malthus. Su predicción pesimista sobre la escasez de recursos debido al crecimiento poblacional ha sido desafiada repetidamente por avances tecnológicos como la imprenta, la Revolución Industrial y, más recientemente, la Inteligencia Artificial (IA). En este ensayo, exploraremos cómo la tecnología ha contrarrestado las predicciones maltusianas y analizaremos el impacto potencial de la IA en la economía, el empleo y la productividad.
Malthus y la Limitación del Crecimiento: Un Sesgo en el Análisis
Malthus argumentó que la población crece exponencialmente, mientras que los recursos aumentan de manera aritmética, lo que inevitablemente llevaría a crisis de escasez. Su visión, aunque lógica en su época, se basaba en la idea de que la capacidad productiva de la humanidad tenía límites estrictos. No logró prever cómo la innovación tecnológica, impulsada por la educación y el conocimiento acumulado, podría alterar radicalmente la ecuación del crecimiento.
Este mismo error analítico es el que muchos cometen hoy al evaluar el impacto de la IA en el empleo. Se asume que la automatización provocará una destrucción masiva de empleos sin considerar cómo la sociedad, históricamente, se ha reorganizado, ha creado nuevas oportunidades y ha redefinido el valor del trabajo humano. Por ejemplo, durante la Revolución Industrial, aunque las máquinas desplazaron ciertos trabajos manuales, también aumentaron la productividad y dieron lugar a sectores completamente nuevos. En el siglo XIX, más del 50% de la fuerza laboral en EE. UU. trabajaba en la agricultura; hoy es menos del 2%, pero el empleo total y la productividad han aumentado drásticamente.
La Imprenta y la Revolución Industrial: Catalizadores del Crecimiento y la Adaptación
La imprenta desempeñó un papel crucial en la difusión del conocimiento, facilitando la Revolución Científica y, posteriormente, la Revolución Industrial. Este periodo trajo avances en la producción mecanizada, el transporte y la agricultura, aumentando la capacidad productiva y permitiendo abastecer a una población en crecimiento. Contrario a las predicciones de Malthus, la industrialización generó mayor riqueza y mejoró el nivel de vida, a pesar de las transformaciones radicales en el mercado laboral.
Cada revolución tecnológica ha generado temores similares a los que hoy se expresan sobre la IA. En el siglo XIX, los luditas destruían máquinas industriales convencidos de que eliminarían sus empleos. Sin embargo, en lugar de una crisis irreversible, la productividad aumentó exponencialmente, creando nuevas industrias y necesidades antes inimaginables. Es probable que la irrupción de la IA siga un patrón similar: transformará ciertas industrias mientras dará lugar a nuevas áreas como la ética de la IA, la auditoría de aprendizaje automático y las industrias creativas asistidas por IA.
La Transformación del Empleo y la Emergencia de Nuevas Industrias
Durante el siglo XX, mientras el porcentaje de empleo en la agricultura en EE. UU. cayó de más del 50% a menos del 2%, surgieron nuevas industrias para absorber la fuerza laboral. El sector manufacturero, por ejemplo, creció significativamente en las primeras décadas del siglo XX, empleando a más del 30% de la población en su punto máximo. A finales del siglo XX, las industrias de servicios y tecnología tomaron la delantera, con el sector servicios empleando hoy cerca del 80% de la fuerza laboral en EE. UU. Actualmente, sectores como la salud (15% del empleo total), la tecnología (10%) y las finanzas (7%) dominan el mercado laboral, demostrando cómo las economías se adaptan continuamente a los cambios tecnológicos.
Más allá de las estadísticas, este cambio también se observa dentro de las familias. Muchos hijos de agricultores se convirtieron en trabajadores industriales a mediados del siglo XX, mientras que sus nietos ahora trabajan en tecnología, finanzas o sectores creativos. Un informe del Bureau of Labor Statistics de EE. UU. muestra que más del 60% de los trabajadores en tecnología provienen de familias donde sus padres trabajaban en agricultura, manufactura o servicios tradicionales, lo que demuestra cómo la evolución intergeneracional del empleo sigue los avances tecnológicos.
El Impacto de la Inteligencia Artificial en la Productividad y el Empleo: Oportunidad y Desafío
Hoy, la IA representa una nueva revolución tecnológica que podría alterar radicalmente la economía global. Su capacidad para automatizar tareas, optimizar procesos y generar nuevos modelos de negocio tiene el potencial de impulsar significativamente la productividad. Sin embargo, como en el pasado, su impacto dependerá de la capacidad de adaptación de la sociedad.
El error analítico maltusiano resurge con la IA: asumimos que el cambio es un juego de suma cero, donde cada empleo automatizado se traduce en desempleo permanente. Pero la historia muestra que cada avance tecnológico ha generado tanto desplazamientos como nuevas oportunidades laborales, usualmente en sectores y funciones inimaginables antes de la transformación.
La IA no solo eliminará ciertos trabajos rutinarios, sino que también ampliará las capacidades humanas en áreas que van desde la creatividad hasta la resolución de problemas complejos. El Foro Económico Mundial estima que la IA podría desplazar 85 millones de empleos para 2025, pero al mismo tiempo creará 97 millones de nuevos roles en industrias emergentes. El reto está en capacitar a la fuerza laboral para aprovechar estas nuevas oportunidades.
La Emergencia de Nuevas Industrias y el Papel de las Ciencias Sociales
Una de las lecciones fundamentales de las revoluciones tecnológicas pasadas es que, aunque desaparecen trabajos específicos, los principios económicos fundamentales permanecen intactos. Las leyes de oferta y demanda, los mercados competitivos y el comportamiento del consumidor seguirán rigiendo las interacciones económicas, independientemente del avance tecnológico. La aparición de sectores impulsados por la IA no reemplazará a las ciencias sociales, sino que requerirá una comprensión más profunda de sus implicaciones.
Por ejemplo, la automatización impulsada por IA en las finanzas no ha eliminado la necesidad de economistas o estrategas de negocios, sino que ha cambiado su enfoque hacia la interpretación de grandes volúmenes de datos y la optimización de modelos financieros. De manera similar, las cuestiones éticas y regulatorias en torno al desarrollo de la IA requerirán expertos en derecho, filosofía y economía para garantizar su implementación responsable.
De Malthus a la IA: Una Nueva Visión del Futuro
Desde la teoría de Malthus hasta la era de la Inteligencia Artificial, la historia ha demostrado que el desarrollo tecnológico puede desafiar las aparentes limitaciones del crecimiento. La imprenta y la Revolución Industrial ampliaron los límites del conocimiento y la producción, y la IA tiene el potencial de hacer lo mismo en la economía del siglo XXI.
—"Hijo, la IA no es el fin del empleo; es su transformación. Así como Malthus no pudo prever cómo la tecnología cambiaría la producción de alimentos, hoy no podemos imaginar completamente cómo la IA redefinirá el trabajo y la sociedad. Pero algo es seguro: la clave será aprender, adaptarse y evolucionar junto a la tecnología.
La oferta y la demanda siempre existirán, y a veces, para prepararnos para el futuro, debemos volver a lo básico: comprender cómo funcionan los principios fundamentales para poder hacernos nuevas preguntas con nuevas herramientas".
Nacho asiente, reflexionando. Tal vez la clave no sea temer al cambio, sino prepararse para formar parte de él.